jueves, 15 de octubre de 2009

Percepción de mi docencia.


Todos los días tengo una responsabilidad muy grande ante un grupo de personas adolecentes que tiene un mundo algo confuso. Día a día trato de dar algo nuevo para ellos; sé que las materias que imparto (sobre todo el español) resultan apáticas, ya que en su caminar por las aulas de la educación básica no han tenido una experiencia agradable con las materias, es por esto que cada día trato de hacer una venta de conocimiento.
Esta venta de conocimiento la hago con el fin de que su cultura se vea beneficiada y que su futuro no se vea con fracaso o con tropiezos. La mencionada venta empieza desde ayudarles a mejorar en ciertos errores o vicios que creemos que son correctos y normales (tales se cometen tanto al escribir como al hablar) hasta darles las herramientas que pueden utilizar para resolver cualquier problema que se les presente.
Con mi actividad pretendo convencer a los alumnos de que sientan hambre de saber más y ser más, y de cambiar mentalidades, sí mentalidades, porque he notado que las generaciones nuevas no están interesadas en la competitividad, ni en la calidad, ni en ser alguien en la vida, por lo tanto siento la necesidad de despertar en ellos el interés.

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